En España, la dieta basura de las cigüeñas impulsada por el cambio climático
En España, el cambio climático influye en la dieta de las cigüeñas, basada en los residuos Las cigüeñas europeas solían volar hacia el sur, a la región africana del Sahel, durante el invierno, haciendo escala en España durante su viaje.
Las cigüeñas planean y se zambullen al unísono, volando en círculos sobre un vertedero de la Sierra de Guadarrama, cerca de Madrid. Entonces llega un camión de la basura y descarga sus residuos. Una a una, las cigüeñas bajan en picado al suelo: ha llegado el desayuno.
Las cigüeñas europeas solían migrar al sur, a la región africana del Sahel, para pasar el invierno, con paradas en España por el camino. Sin embargo, debido al aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático inducido por el hombre y a la abundancia de comida en los vertederos al aire libre, la mayoría de las cigüeñas adultas ya no emprenden el largo y arduo viaje.
En el vertedero de Colmenar Viejo, en Madrid, unos 100 camiones depositan diariamente residuos domésticos en un cráter que luego es cubierto de arena por excavadoras. Cientos de cigüeñas blancas han construido nidos de hasta dos metros de largo en los tejados y el campanario de la iglesia cercana, e incluso en las farolas.
“Esto es un paraíso para las cigüeñas porque tienen acceso a hierba, pastos y un vertedero, todo en el mismo sitio”, afirma Alejandro López García, que está realizando un estudio de doctorado sobre la población de cigüeñas de Madrid en la Universidad Complutense de Madrid.
“Nuestra investigación encontró que había 36.217 cigüeñas blancas en España en otoño de 2020, de un total de aproximadamente 450.000 en Europa. Esto convierte a España, junto con Polonia, en el país de acogida más popular para esta especie en el continente. Sólo en el área de Madrid, mi grupo de investigación ha contabilizado recientemente 2.300 parejas reproductoras de aves, frente a las apenas 200 que se registraron en 1984”, explica Alejandro López García, estudiante de doctorado que estudia la población madrileña de cigüeñas en la Universidad Complutense de Madrid.
Los investigadores de la Universidad Técnica de Zúrich han pronosticado que, debido al aumento de las temperaturas, provocado por el cambio climático de origen humano, cada vez más aves acudirán a Madrid durante el invierno. Otras especies de aves, como las golondrinas, tampoco migrarán tan al sur, hacia África. Se prevé que la temperatura media del mes más frío de Madrid aumente 3,1 Celsius (37,5 F) de aquí a 2050.
Aunque las cigüeñas pueden encontrar alimento en forma de insectos, roedores y gusanos en la basura, esto supone una amenaza para las aves que tradicionalmente se consideran símbolos de buena suerte y fertilidad.
El impacto negativo de la dieta de basura de las cigüeñas también afecta a las poblaciones humanas. Aunque las cigüeñas de toda Europa siguen migrando distancias cortas durante el invierno, si se alimentan en vertederos, las sustancias químicas potencialmente tóxicas pueden transferirse a los embalses y fuentes de agua potable que visitan por el camino.
“Todos los contaminantes que se encuentran aquí, o compuestos potencialmente tóxicos, acaban en esas aguas”, explica López García.
Según López García, también es notable la tendencia de las cigüeñas a construir nidos en zonas urbanas cercanas a humedales. Estas grandes aves están ferozmente apegadas a sus lugares de nidificación y regresan a ellos año tras año, lo que provoca la concentración de sus poblaciones cerca de vertederos en toda España.
Cada vez más, humanos y cigüeñas conviven, en un compromiso a veces incómodo. Las cigüeñas blancas pueden llegar a medir 2 metros de envergadura y pesar hasta 4 kilos, por lo que necesitan mucho espacio para anidar. En Rivas-Vaciamadrid, ciudad de Cercanías al sureste de Madrid, las aves se han instalado en la estación de metro y en la iglesia local.
La concejala Carmen Rebollo se refirió a las cigüeñas como “nuestras vecinas” y afirmó que, en general, son muy queridas. Sin embargo, la gestión de su hábitat supone un reto.
“El único problema que podemos tener con ellas es cuando sus nidos pesan demasiado o causan daños en un tejado, pero en ese caso, intentamos ajustar, adaptar o reubicar los nidos”, dijo.
López García reconoció que el rápido aumento de cigüeñas en los alrededores de Madrid en los últimos años ha provocado algunos conflictos.
“Tener dos nidos en la iglesia de un pueblo, en un municipio o en un ayuntamiento es aceptable, pero si hay 30 nidos concentrados, eso puede empezar a ser una molestia”, afirmó.
Ahora que las cigüeñas han adaptado sus pautas de migración y cría para aprovechar la abundante basura, surge una nueva amenaza. En 2020, España incorporó a su legislación nacional una directiva de la Unión Europea que pretende evitar que todos los residuos orgánicos acaben en los vertederos. Precisamente estos residuos están llenos de ratones, insectos y gusanos de los que se alimentan las cigüeñas.
“Esto significa que la fuente de alimento de la que dependen actualmente desaparecería”, dijo López García, quien sugirió una transición gradual en lugar de un cierre repentino de los vertederos y mantener una zona designada para que las cigüeñas se alimenten en los basureros.
Sin embargo, según López García, el beneficio a largo plazo de reducir el metano que calienta el planeta mediante la reducción de los residuos orgánicos en los vertederos supera el beneficio a corto plazo de la fuente de alimento para las cigüeñas.
“Alimentarse en los vertederos es negativo para ellas a medio y largo plazo”, afirma.